miércoles, 27 de julio de 2011

Así lo escribí hace unas semanas…


José Emilio, irás y no volverás.
Manifiesto.[1]
Todos somos poetas de transición:
la poesía jamás se queda inmóvil.

Antes de comenzar esta exposición de ideas, la verdad debo confesar que mi valoración acerca del autor puede parecer parcializada, pues mi relación con él data de más de catorce años, y como ya he apuntado en algunas otras ocasiones una de mis aspiraciones es poder convertirme en una digna investigadora, pero sobretodo una muy digna lectora de mi adorado José Emilio, y es que cuando pienso en lo que es para mí la poesía y la literatura me parece que es algo que nos pasa, que más allá de lo representa en el ámbito académico, es algo que llega a nosotros. Claro está, usted, mi estimado lector puede pensar lo contrario, sin embargo permítame le explico lo siguiente, hay libros que leemos, esa clase de libro que están llenos de reconocimientos, de elogios, que ha sido escritos por grande autores de los que todos opinan maravillas, pero a pesar de todo eso, pues no, no pasa nada. Por el contrario existe lo que me ha dado por llamar “libros chiquitos”, los que no han sido aclamados, los que si bien son conocidos no llenan las librerías, pero que definitivamente son capaces de mostrarnos posibilidades que no vemos a simple vista. Ahora bien, para ser más claros me gustaría que juntos reflexionemos de manera un tanto sucinta acerca del papel de los autores, al igual que los libros los hay ostentosos, famosos, fotografiados y si, muy aclamados, aquellos que se convierten en un personaje y hasta en una marca, casi como si se tratase de Pop stars. Aunque también están aquellos que viven como lo dicta la arraigada idea del escritor que incapaz de prostituir su arte es capaz de vivir en la más absoluta, aunque siempre digna, pobreza. Pero existe una tercera categoría, (y no uso este termino de manera despectiva, lo que quiero decir es que se trata de una categoría especial) se trata de escritores que tienen una vida laboralmente activa, que cuidan y preservan su actividad artística, hombre y mujeres que al margen de los reflectores hacen un esfuerzo importante por aportar a la vida cultural de nuestra sociedad.
                                 
José Emilio Pacheco autor mexicano nacido en 1939 y que desde muy temprano fue reconocido por su calidad, claridad y sobre todo por su talento, constituye un referente obligado para los estudiosos de la literatura, de la literatura mexicana y de la literatura mexicana contemporánea. Desde que conozco la obra literaria de este autor hay un aspecto que me ha llamado la atención y es precisamente que  maneja un perfil bajo, la escritora y conductora mexicana Cristina Pacheco, comentó en una entrevista que la razón por la que ella usualmente no habla del trabajo de su esposo es que a él le da pena, pues así como él mismo lo ha expresado, no considera posible que la figura del poeta sea más importante que la poesía misma.


Contra los recitales.
Si leo mis poemas en público
le quito su único sentido a la poesía
hacer que mis palabras sean tu voz,
por un instante al menos. 


La obra de Pacheco es una declaración constante de la evocación, que representa todo aquello que ha estado y que como es natural se ha ido. De lo que en determinado momento la poesía ha sido, de lo que es y de lo que terminara siendo, y al mismo tiempo de lo que en este universo representa el lector, de la insigne estampa de la que el poeta (este poeta) quiere escapar.

No deja lugar para la duda, pero tampoco para la sobre interpretación, comparte con quienes nos damos a la tarea de estudiarlo la posibilidad de leer al menos dos historias del mismo texto, es decir, que en una primera lectura encontramos una anécdota perfectamente construida, alusivas a la cotidianidad y la vida común, pero en una segunda lectura, encontramos referentes inequívocos de un periodo, una riqueza lingüística propia de un hombre de letras, así como de un hombre con la capacidad de confrontar la realidad y la fantasía, así pues, la lectura se convierte en una amalgama de gozo, entendimiento e identificación entre el autor, los personajes y el lector.   
Su riqueza literaria ha alcanzado todos los géneros literarios, que va más allá de “generaciones”, movimientos o temporalidad. Novelas, cuentos, poemas, guiones cinematográficos, ensayos, crónicas, críticas y demás, constituyen el acervo de José Emilio Pacheco, todos y cada uno con un carácter propio, que son portadores de la voz y la visión de su autor.

Hoy 30 de junio de 2011 celebro el setenta y dos aniversario de mi adorado José Emilio Pacheco, de mi mentor involuntario, de quien es sin quererlo e incluso sin saberlo es mi guía y mi más grande influencia.



[1] Irás y no volverás, José Emilio Pacheco. ERA 1985.  

1 comentario:

  1. Ese tal Pepemilio el Pachecón es la onda, ciertamente. Me parece que este año es el 30º Aniversario de Las Batallas en el Desierto, así que he ahí otra buena posibilidad para alardear más sobre él.

    Y en efecto, la sobriedad autoral es un perfil sumamente provechoso y racional, que permite la admiración de las obras antes que del autor, como debieran ser admiradas antes las acciones que los actantes.

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