Hace unos días leía con irritación una nota acerca de cómo un diputado del Partido Verde Ecologista de México, se quejaba y catalogaba como impúdicas escenas y lenguaje utilizado en series como Soy tu Fan, XY o Bienes Raíces. Inmediatamente recordé la columna de Álvaro Cueva publicada en Milenio el 14 de noviembre del año pasado, en la que básicamente decía; como televidentes debemos estar atentos a los posibles futuros movimientos de la competencia, que además de sentirse abrumados por el éxito, la calidad y la capacidad de renovar sus programaciones estos canales (once y 22) ha podido lograr con una fracción de recursos lo que empresas como Televisa y TV Azteca definitivamente no.
Lo que nos llevaría a la siguiente reflexión, se trata de falta de voluntad más que de capacidad, si consideramos que los medios “masivos” de comunicación han experimentado en la última década un cambio realmente significativo, desde su estructura y hasta su carácter, es decir, que como parte del proceso de globalización procedente del el último cuarto del siglo XX han tenido que recurrir a la diversificación de sus propios medios de difusión (como el Internet) y a partir de esto buscar una serie de plusvalías que les garanticen el consumo rápido, efectivo, pero sobretodo colectivo.
Si hacemos un alto para revisar el caso de los medios de comunicación mexicanos, nos encontramos con que evidentemente su campo de acción se ha limitado a lo que aparentemente deseamos ver los mexicanos bajo un esquema de “programación familiar”, tal es el caso de las telenovelas, noticieros, programas de variedades o matutinos así como los de comedia que a toda costa pretenden emular la vida cotidiana. Sin embargo es triste ver como los canales privados de televisión abierta se han empeñado en encasillarnos en una sola pero amplia categoría: “amas de casa católicas con esposos e hijos aficionados al futbol”. De tal manera que los canales públicos como el canal once o canal 22 (en muchas regiones el país de transmisión restringida) se tienen que conformar con el público diverso no afecto a los cánones nacionales.
Nombres tan ilustres como… bueno, ya sabemos cómo cuales, llenan los espacios comunicativos, dicho sea de paso, la mayoría de estos con una carencia importante de contenido relevante. De pronto vemos a los periodistas más populares de nuestro país “informando” de los hechos noticiosos de nuestro país y el mundo, y aquí es en donde nos vemos obligados a reflexionar nuevamente, ¿cuán creíble es la información?, recordemos que durante años los medios de comunicación, especialmente Televisa, han tenido que luchar con el estigma de ser los “medios oficiales”, en donde tienen derecho de pantalla los elegidos y en donde se informa lo que se debe informar, razón por la cual como televidentes deberíamos obligarnos a informarnos por nuestra cuenta a través de diversos medios, debiésemos entrenarnos en la difícil disciplina de leer entre líneas y a discernir entre la información oficial y la información real. No propongo que dediquemos horas a esta labor, me parece que estamos en la obligación de convertirnos en consumidores responsables.
Ahora bien, regresemos al plano general de los medios masivos de comunicación, y reparare en la influencia más cercana y más grande que tenemos, la televisión norteamericana, en clase he comentado reiteradas veces a mis alumnos que me parece notable la forman en que los géneros televisivos se han respetado, a lo que me refiero es a lo siguiente, cada una de las características que dan nombre y forma a los formatos son inamovibles, la soap opera es soap opera, los realities son realities, los late night son late night, etc. es etc., … cada uno de ellos tiene funciones especiales para públicos específicos, con características especificas. Uno de los casos que más ha llamado mi atención es el del boom Italoamericano con sendos ejemplos Jerseylicious o Jersey Shore, que de una manera u otra nos alejan del modelo que conocimos por medio de las películas de mafiosos como el Padrino, y ahora tenemos como máximos representantes de esta cultura a mujeres sumamente maquilladas, arregladas, escandalosas y (no quiero usar la palabra “libertinas”, pero la usaré) mujeres libertinas, o jóvenes varones con físicos llamativos, promiscuos, bebedores (por no decir borrachos) con hábitos sumamente definidos, pero que tienen como centro a la familia. Y así podemos seguir, mencionando ejemplos de programas que tienen como finalidad crear personajes públicos, influyentes e insignes.
Los medios de comunicación son en definitiva el recurso más importante para ejercer el poder, pero no olvidemos que el poder realmente está en las manos de quienes poseemos un televisor, una radio, un periódico, computadora, revista o lo que sea que pretenda entretenernos e informarnos.